
La respuesta a un caso de chantaje requiere de un equilibrio delicado: se debe responder de manera inmediata aunque con cautela, es decir, sin actuar desde la impulsividad. De lo contrario, las consecuencias pueden ser aún más negativas.
Un chantaje es una extorsión que busca obtener un beneficio económico u otro tipo de provecho a cambio de no difundir información privada o delicada. Implica un grave riesgo para la reputación de una marca. Por este motivo, tanto las personas como las compañías y los profesionales de la gestión deben saber cómo reaccionar para resguardar la imagen pública.
Qué es el chantaje
Es un acto de presión que se ejerce contra una persona o una compañía con el objetivo de influir o modificar su conducta, su voluntad, su comportamiento.
Se basa en la amenaza de que se posee cierta información de carácter íntimo y privado, que para la parte involucrada conviene que no sea difundida. También en la intención de obtener algo a cambio. En pocas palabras: se pide algo a cambio de mantener en secreto algo supuestamente revelador.
Las demandas suelen estar vinculadas a la obtención de dinero por parte del chantajista. También pueden ser otros beneficios personales. La clave se encuentra en que el amenazante busca obtener algo a cambio.
La búsqueda de transacción es lo que diferencia un caso de chantaje de uno de difamación. Esto último también supone un serio peligro para la reputación online, y una de sus características es que la marca recibe ataques solo para ser perjudicada.
Claves para reconocerlo
Se puede presentar de varias maneras y no siempre es fácil identificarlo. Uno de los signos más claros consiste en la recepción de amenazas directas, ya sea por parte de personas conocidas o anónimas.
La manipulación emocional es otro de los rasgos distintivos del chantaje: se enfatiza en la persona amenazada la gravedad de la información confidencial que se dispone y las consecuencias de su difusión.
Primeros pasos
Si se padece un caso de chantaje, lo esencial es mantener la calma y actuar con cautela. Ser impulsivo puede resultar contraproducente y generar efectos aún peores de los que se darían de otra manera.
Lo primero es analizar la amenaza. Evaluar si el peligro es concreto o se trata más bien de un intento de manipulación.
En el entorno digital son muy comunes los chantajes anónimos que en verdad no tienen nada con que amenazar y que buscan obtener alguna ventaja de la reacción impulsiva de los usuarios.
Solicitar apoyo también es fundamental. Un caso de chantaje puede afectar de forma seria la vida de una persona. Pedir ayuda, ya sea de familiares, amigos y/o profesionales de la salud mental es necesario para mitigar los daños.
Qué hacer y qué no hacer
Por más duro que resulte, no es conveniente responder a las demandas del chantajista. Por lo general, no se trata de gente que cumpla con su palabra: al obtener lo que piden, reinciden en su comportamiento manipulador y llevan el chantaje al extremo.
Parte de actuar con cautela reside en la capacidad de recopilar evidencias del caso. Las mismas pueden ser fundamentales en el supuesto de que se llegue a instancias legales.
El asesoramiento legal es otra de las acciones a tener en cuenta. Existen profesionales del derecho que se especializan en casos de chantaje. Que explican qué se puede hacer y qué no y que indican cuáles son los pasos más convenientes a seguir para proteger los intereses de la parte afectada.
En todo caso, la prevención siempre es una medida eficaz para evitar un caso de chantaje o reducir su impacto negativo. Ya sean empresariales o personales, las marcas deben trabajar en su confidencialidad y prestar especial atención al uso que hacen de la información privada.
Lamentablemente, nadie se encuentra exento de padecer un caso de chantaje. En el mundo digital, el mismo incluso puede ser despersonalizado: ser anónimo y basarse en intercambios virtuales.
La gestión de la reputación online como práctica profesional posee los conocimientos y la experiencia necesaria para abordar situaciones de estas características. Para responder ante las mismas cuidando la imagen pública y garantizando que la misma no sufra daños de gravedad.